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Hembra y mujer los creó ella…

20 viernes Feb 2015

Posted by silviantonia in Sin categoría

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amor, bendiciones originales, dios, el patriarcado, la esclavitud, la imagen femenina de Dios, la importancia de la mujer, la misoginia, la oscuridad, medios de comunicación, parto, teología mujerista, violaciones del planeta tierra, yin y yang

black nanny with white baby

Estoy considerando las diferencias entre el panteísmo y el panenteísmo. El primero le está prohibido a los cristianos y por supuesto a los católicos, el segundo al parecer no lo es. Siempre me he considerado panteísta secreta, debido a la creencia de que Dios estaba en todas las cosas, y todas las cosas eran de Dios, pero en el capítulo 6 del maravilloso libro de  Matthew Fox, Original Blessings (bendiciones originales), Fox habla del panenteísmo como el experimentar al Dios diáfano y transparente. Tengo que admitir que tal vez yo he estado usando la palabra equivocada para la misma experiencia.

De Meister Eckhart, viene lo siguiente: «Dios creó todas las cosas de tal manera que no están fuera de sí mismo, como la gente ignorante se imagina. Por el contrario, todas las criaturas fluyen hacia el exterior, pero no obstante se mantienen dentro de Dios”.

Pablo dice en Hechos 17:28: «En Dios vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser». Pablo es uno de los poetas de la Biblia, y aunque estoy usando la Biblia incluyente, y siempre he modificado las oraciones para expresar lo de que varón y hembra los creó ella, tengo que admitir, como poeta, un amor por la traducción inglesa del Rey Jaime. Varón y hembra los creó ella. Las nuevas traducciones podrán ser más incluyentes, pero no siempre son tan hermosas. Seguramente las palabras hermosas son valiosas, resonando en la tierra y en los cielos. El salmista dice en el 100: «Haced un ruido alegre al Dios, todas las tierras. Servid a Dios con alegría: Venid ante su presencia con regocijo. Sabed que Dios es La que nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; somos su pueblo y las ovejas de su pasto. Entrad en sus puertas con acción de gracias, y en sus atrios con alabanza: estad agradecidos a ella, y bendecid su nombre. Porque Dios es buena; su misericordia es eterna; y su verdad persiste por todas las generaciones». Y no olvidemos a Jeremías, que dice, en 44:25: «Así dice… el Dios de Israel: Vosotros y vuestras mujeres han logrado en hechos lo que declararon en palabras, «estamos decididos a… hacerle ofrendas a la reina del cielo y derramarle libaciones.’ ¡Por todos los medios, háganle ofrendas y derrámenle libaciones!”.  

Podrán haber notado que me he tomado algunas libertades con las palabras del salmista, pero he estado pensando mucho acerca de que “varón y hembra los creó ella.” Tuvimos noticias el 4 de febrero de un viejo sacerdote que estuvo muerto durante más de 40 minutos y que se encontró con la Dios mujer, la Dios madre, mientras estaba teniendo su experiencia cercana a la muerte, por lo que pienso que me puedo tomar algo de margen con mis palabras. De todos modos, ya hace muchos años que en mi cabeza, cuando repetía las oraciones de mi infancia o de la adolescencia, cambiaba los nombres a mi nombre, a “ella”, al igual que el pediatra y activista Spock lo hizo durante tantos años. Así que es ella la que habita en el lugar secreto del Altísimo, y le he estado orando a Dios padre y madre durante todos estos años.

Catholic priest near death experience

Ayer mientras consideraba una foto que mi buen amigo Ronald Yates público en los medios de comunicación social de una mujer amamantando a un bebé, la mujer de raza negra y el bebé de raza blanca, probablemente tomada en un momento en que a la madre no se le habría permitido sentarse en el mismo mostrador de comidas con el niño cuando éste hubiera crecido, me di cuenta de que tan horrible como son y fueron la esclavitud y el racismo, el peor pecado es el pecado de la misoginia. Esto se debe a que es una negación de la madre, una negación de la vida, ya que es a través de la madre que la vida viene a cada uno de nosotros. Cuando negamos el principio femenino y pretendemos que lo mejor y lo más importante y valioso es sólo el principio masculino, realmente estamos causando estragos en el universo.

Llamamos malo a lo oscuro; incluso en la descripción china del yin y el yang, el principio masculino es brillante y positivo, mientras que el principio femenino es oscuro y negativo. Aunque hemos aprendido del estudio del electromagnetismo que lo positivo y lo negativo son sólo una forma de describir dos polos separados, dos direcciones, en nuestro mundo se toman como válidos y no válidos, buenos y malos, preferibles y no preferibles. Si usted es lo oscuro y lo negativo, tendrá una validez menor y no tendrá autoestima. ¿Quién querría en esta sociedad nuestra ser “menos que”? ¿Quién la oscuridad y lo negativo? Así que le faltamos el respeto al planeta, a la madre Gaia, porque ella cultiva la materia de la vida en la tierra, que es sucia y oscura y encantadora. Algunas de las prácticas en que he incursionado prácticamente niegan la oscuridad. Todos nuestros adjetivos para describir la oscuridad no son tan preferibles como los que utilizamos para describir lo que brilla, y podemos entender una obediencia al sol en lugar de a la luna menor. Soy hija de la luna. En la oscuridad sueño todos mis sueños de ser, en la oscuridad me estoy reparado y con la recuperación me vuelvo más de lo que soy, una criatura hembra,  una diosa, sí, una poetisa, sí, y tendré que inventar palabras nuevas e incluso utilizar esas palabras que yo mismo he censurado porque si usaba la forma femenina, de alguna forma significaba que era algo “menor que”. (Y Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Juan 10:34)

Aunque feminista, cometí el error cuando era más joven de tratar de obtener lo que las criaturas de sexo masculino tenían, pero quiero hoy reclamar para mí misma mi energía como criatura femenina, quiero decir que yo ya no soy una poeta, sino una poetisa, soy una criatura de la oscuridad, del vientre oscuro del planeta, de donde surge toda la vida.

Ya he hecho algunos de los trabajos preliminares, porque yo fui feminista antes de que usáramos la palabra, ya que de niña preguntaba el porqué de los lamentos de mi madre que quería haber nacido hombre. Se preguntaba a menudo cuando estaba barriendo o lavando los platos, o cualquiera de las otras tareas interminables e ingratas de las amas de casa de todo el mundo, ¿por qué había nacido mujer? Y cuando estaba volviéndome adulta, me aconsejaba que fingiera que no era lista, porque no sería capaz de atrapar a un marido. El hombre quería compañeras bonitas y endebles, y no mujeres demasiado intelectualizadas que podrían hacer que se sintieran menos inteligentes.

Cuando viví con Jim, el amor de mi vida, uno de nuestros amigos más jóvenes una vez le preguntó qué era lo que él buscaba en una mujer. Él respondió breve y rápidamente que lo primero que quería en una mujer era la inteligencia, porque de lo contrario ¿cómo podría hablar con ella? y lo segundo era la bondad y que si un hombre daba con las dos cosas, estaba hecho. Nuestro joven amigo se echó a reír, no sé si a partir de la comprensión, pero me sentí inmensamente alegre ante la respuesta de Jim. Nuestra vida juntos estuvo siempre llena de abundancia ilimitada, y no me refiero en el área financiera. En esa maravillosa oración, que llamamos el Padre Nuestro en nuestro idioma, y que Dominic Crossan llama la  oración más importante y más extraña del cristianismo, un manifiesto revolucionario, le pedimos que nos dé hoy nuestro pan de cada día. Esta es una petición alegórica para todo lo que necesitamos, un ruego de prosperidad, y la prosperidad lo es todo, el pan y el amor y la ayuda y el  planeta hermoso y el compañerismo que necesitamos. Las antiguas lenguas eran mucho más poéticas en su uso de la metáfora, pero para mí, encontrar a Jim, amarlo y ser amada por él, fue de hecho mi abundancia ilimitada. Camina conmigo todavía. Danos, de hecho, nuestro pan de cada día.

En cuanto a la madre lactante de raza negra, en esa época de la esclavitud y el racismo, la utilización de una mujer de raza negra para lactar a un niño blanco tiene sentido en términos de la misoginia de aquellos tiempos, el sexismo de la época, con los cuales no hemos terminado, ya  que se trata de una plaga sobre la tierra madre. Ella era, como todas las madres, una bestia de carga. En nuestros tiempos modernos de consumo, se ensalzan las virtudes de las mujeres y las madres una vez al año, como excusa para fomentar una mayor compra por parte de los consumidores. No les importa nada de virtudes, lo que buscan es la ganancia.

Lo que las madres necesitan es más visitas, más charla, más atención, en cada etapa de su trabajo y de su esfuerzo como madres. Si hubiera más consideración y atención a esta obra tan importante, no tendríamos la necesidad de atención psicológica cuando, a medida que envejecemos, tenemos que lidiar con los traumas de la relación madre-hijo. Pero cuando tenemos un género entero, el género responsable de dar a luz a la humanidad, que se ve constantemente abusado, maltratado, denigrado y desatendido, nace una infección purulenta que se afianza en ese mismo pecho que produce la leche, ya que ella no es nada si no un juguete para el animal macho, y ella debe ser sexual y siempre de un comportamiento pizpireta y apropiado. Así se pone implantes mamarios y se hace liposucciones de abdomen y borra sus líneas de la edad y le hace cosas a sus nalgas. Podría incluso colorear y enderezar o encrespar su pelo; su trabajo para hacerse más hermosa nunca termina. Y su trabajo no es valorado en todo caso, sus habilidades y sensibilidades no son de interés para los que la rodean. Ella vive de un ataque de depresión a otro. Si ella es violada es culpa propia si ha nacido con poca belleza natural, sea lo que sea, sólo que en nuestro mundo es la belleza sexual de la que estamos hablando, que tiene que ver con las directrices estrictas de la blancura y la delgadez y la juventud, quizás se vea aún más limitada en sus oportunidades, otro sueño diferido, como dice el poeta.

Y a medida que envejecemos, nos volvemos aún más invisibles. A medida que subimos algo de peso y nos volvemos menos agraciadas, ya que el cuerpo comienza su decadencia natural a la siguiente fase, no somos sólo invisibles sino el blanco de las bromas, de las miradas desagradables y de la discriminación. La invisibilidad es a veces un interesante complemento de la vida. La verdad es que una mujer mayor y algo gorda probablemente pudiera cometer un delito sin que nadie se diera cuenta, porque no se la ve. Ella puede entrar en lugares y meterse entre las cosas, porque no está realmente allí. Los ojos de los jóvenes ya no ven a los más viejos. En las sociedades anteriores y especialmente en otras culturas, hubo un atesoramiento de la edad, pero en nuestro mundo de consumidores, la edad avanzada significa que ya no se es productivo. Como peones de la maquinaria corporativa, una vez que no se es productivo, se nos puede relegar al basurero como inservibles.

Volviendo al panteísmo y al panenteísmo, diré con Carl Jung que una de las maneras de perder el alma es adorar a una Diosa fuera de uno. La diosa está adentro, y yo no soy creyente del dualismo. Creo en la unión mística con todo lo que es, el principio masculino y femenino. Tenemos que trabajar para unir a lo positivo con lo negativo, al macho y la hembra, a la oscuridad y la luz. Sólo entonces podremos ser capaces de salvarnos a nosotros mismos y a nuestro planeta, hombres y mujeres todas.

Namaste, mis hermanas y hermanos.

Los delfines, el parto y el misticismo

12 jueves Feb 2015

Posted by silviantonia in Sin categoría

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delfines, dios, el patriarcado, la imagen femenina de Dios, misticismo, parto, teología de la liberación, teología mujerista

grandcanyon6Sostengo que hay una relación verdadera entre estos tres, y que si bien algunas de las personas que conozco aborrecen la palabra misticismo, y les molesta y quieren gritar y condenar y poner a los que hablan de estas cosas en cuartos cerrados con candado, y en camisa de fuerza, soy, por naturaleza, poeta, y tengo que decir que soy poeta de lo trascendental. Eso incluye los milagros y el poder del individuo (recuerda la declaración de Margaret Mead: “No dudes jamás que un pequeño grupo de ciudadanos clarividentes y comprometidos puede cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado”.  Leí “Coming of age in Samoa” [alcanzando la mayoría de edad en Samoa], a la tierna edad de 17 años, cuando empecé la universidad…).

Mi religión (según el diccionario de Oxford, del francés antiguo, o del latín religio (n-) ‘obligación, lazo, reverencia”, quizás basado en el latín religare ‘ para unir’) ha sido  siempre una mezcla ecléctica de pensamiento teológico y del júbilo místico, a veces panteísta (se verá más de esto cuando hable de mis experiencias con delfines …), o como lo definí recientemente  en un credo personal escrito como parte de mis estudios teológicos actuales para la ordenación, creo en el Dios del ruido y de la furia, en el Dios del silencio y la tranquilidad, en el Dios que está en todas partes presente, madre, padre, hermana, hermano, todo lo que es y todo lo que aún está por venir; el Gran Espíritu dentro de mi corazón. Siempre he pensado personalmente en Dios como una combinación de hombre y mujer, pero cuando he pensado coherentemente acerca de Dios, como creador de todo lo que es, he considerado una metáfora femenina, en la misma forma en que en nuestro mundo es la hembra la que da a luz a la vida y la nutre en su vientre. En mi fuero interno atesoro la divinidad de los árboles, los océanos, los animales a mi alrededor; desde una edad temprana después de que me fui de la casa de mi madre, fui vegetariana porque no quería causar la muerte de otro ser. Creo en una fuente de todas las cosas, pero creo que todo lo que existe es divino y sagrado, y que el universo y toda la vida deben ser venerados.

Henry Thoreau el transcendalista nos dice: «Lo que está  detrás de nosotros y lo que está delante de nosotros no son nada comparado a lo que vive dentro de nosotros». En Walden, él habla así: «En la mañana baño mi intelecto en la filosofía estupenda y cosmogónica del Bhagavad Gita, desde cuya composición los años de los dioses han transcurrido, y en comparación con el cual nuestro mundo moderno y su literatura parecen insignificantes y triviales; y tengo dudas de si esa filosofía no debía ser referida a un estado anterior de la existencia, tan remota está  su sublimidad de nuestras concepciones. Pongo el libro a un lado y me voy a mi pozo para obtener agua, y ¡lo rometo!, allí me encuentro con el siervo de los brahmanes, presbítero  de Brahma y de Visnú y de Indra, que todavía se encuentra sentado en su templo en el Ganges leyendo los Vedas, o habita en la raíz de un árbol con su corteza y su jarra de agua. Me encuentro con su criado que ha venido a sacar agua para su amo, y nuestros cubos por así decirlo chocan juntos en el mismo pozo. El agua pura de Walden se mezcla con el agua sagrada del Ganges”. Yo también he leído y disfrutado el Gita y los escritos de los místicos indios y sufís, incluyendo a Rumi y a Omar Jayyam (Omar Khayyam). Me formé con los hermosos poemas de amor de Sor Juana Inés de la Cruz y de San Juan de la Cruz, los cuales probablemente serían internados y tratados con psicofármacos en nuestro mundo «moderno» e «iluminado».

No tengo problema alguno con los milagros; mi vida ha sido un compendio de milagros, y nunca he confiado en las instituciones de gobierno o en la sociedad o en la llamada economía. Mi mantra simple por muchos años es que Dios (en cualquiera de las formas que uno utiliza para tratar al Infinito, al innombrable) es mi suficiencia. Eso no quiere decir que no me falte nada, porque una de las cosas con las que tengo que luchar, en esta encarnación, es la falta de equilibrio… Mi condición actual de tener que lidiar con una fractura en el pie, y con el desequilibrio físico, es algo como una metáfora de la lección que todavía tengo que aprender.

Mi sentido de la trascendencia tiene partes iguales de música y poesía y de la belleza de la naturaleza y la belleza impresionante de los bebés de todo tipo, tanto en los llamados animales inferiores, y en los bebés de las mujeres. Mi «Dios» no es el Dios estratificado y jerárquico de mi juventud, el deus-ex-machina de los griegos, el ser vivo muy lejos de nuestro alcance, en el cielo en alguna parte, que tiene que ser abordado por los clérigos o presbíteros y que no se puede abordar directamente. Coqueteé con los anabaptistas cuando vivía en Pensilvania, ya que no tienen necesidad de presbíteros o ministros; cada uno puede hablar directamente con Dios o el Espíritu, o lo que decidamos nombrar a lo innombrable.

Estoy leyendo un libro maravilloso llamado » Zealot: The Life and Times of Jesus of Nazareth” [Fanático: la vida y los tiempos de Jesús de Nazaret], de Reza Aslan, que discute al hombre revolucionario e insurrecto al que he seguido desde que participé en un retiro en Santo Domingo con un joven presbítero dominicano que era un seguidor de la teología de la liberación. Mi marido, que no era creyente, trabajó  y admiró por completo la obra de lo que llamaba «la izquierda religiosa.» La teología de la liberación en cierto modo es la teología fundacional detrás de la izquierda religiosa, y yo diría que Francisco, el Papa pastor, predica la teología de la liberación. Lo mismo hizo el mártir que pronto será santo, el arzobispo Oscar Romero de El Salvador. El padre Gustavo Gutiérrez, OP, en escritos tempranos habla sobre la opción preferencial para los pobres, que se refiere a la preferencia dada a los pobres e indefensos de la sociedad en las enseñanzas y mandamientos de Dios y de los profetas en la Biblia. Se afirma que el Día del Juicio, Dios te preguntará lo que has hecho para ayudar a los pobres: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos o hermanas míos, a mí lo hicisteis”.

También estoy leyendo con deleite el libro de Ilia Delio, “The Unbearable Wholeness of Being,” [La insoportable totalidad del Ser], que trata sobre la ciencia y la filosofía modernas después de que los astrónomos descubrieron el heliocentrismo. «La persona humana quedó descentrada de un universo estable, insignificante ante la ciencia moderna, mientras que Dios se volvió remoto y distante». Como ella bien dice, hoy nuestros sistemas, tanto eclesiales como culturales, se sienten incapaces de cooperar para el bienestar de la humanidad. Carecemos de una narrativa o relato que nos una o nos dé esperanza y valor. Valoramos sobre todo la persona cuya autonomía no puede ser perturbada». El libro de Delio y su trabajo se centra en las enseñanzas y escritos del paleontólogo y erudito católico Pierre Teilhard de Chardin, que habló del significado del cristianismo en una era de evolución. Pasó largos períodos de tiempo en el desierto estudiando el período eoceno y reflexionó sobre la ciencia y la espiritualidad y el misticismo sin el rigor de la teología académica. Delio lo llama el nuevo Elías, que nos convoca a un nuevo camino de salvación para el siglo 21. Yo creo con Delio (haciendo eco de Teilhard), que la evolución es menos un mecanismo que un proceso, “una constelación de ley, azar, espontaneidad y tiempo profundo. La evolución nos dice que la naturaleza no es un sistema cerrado y causal de los acontecimientos, sino una compleja serie de relaciones fluidas, dinámicas, entretejidas, y comunicativas”.

Volviendo a los delfines y el parto, hace muchos años participé en un hermoso taller a través del Instituto Omega en Nueva York, en la que nadamos con delfines en Dolphins Plus en los Cayos de la Florida. La palabra delfín proviene de la palabra griega delphos, que significa el útero. En otro libro maravilloso, “Dolphins, Myths and Transformation” [Delfines, mitos y la transformación], de Ryan Demares, la primera persona con un doctorado en la comunicación entre especies, ella explora la forma en que aquellas personas que han tenido experiencias con los delfines han reportado consecuencias que cambian la vida. En la antigüedad, estaban vinculados a la redención y a ayudar a los seres humanos a sobrevivir. Mi experiencia de nadar con ellos en los Cayos de la Florida sólo puede ser descrita como sobrecogedora; fue un tiempo de gran sanación que me proporcionó tremenda paz y me ayudó a «nadar a través de» momentos muy difíciles. Recuerdo que un compañero abogado me llamaba «mahatma» cuando regresé a Nueva Jersey, porque él me dijo que percibía en mí un nuevo sentido de equilibrio tranquilo y espiritual. Para mí, los delfines eran claramente una creación divina, llenos de amor, y comunicaban una aceptación total. Ellos estaban siendo utilizados en la Florida para tratar a niños con autismo severo, y aunque la curación que ocurrió no podía explicarse, tampoco se podía negar.

Mi primer nado con delfines ocurrió en 1990 y fue verdaderamente una experiencia mística, pero mucho antes de eso, en 1973, di a luz a mi primer hijo, Ernesto Yuri. Todos mis partos fueron naturales, y los tres últimos fueron partos en casa, deliberadamente, porque yo no quería la posibilidad de hacerle daño a mi hijo por nacer con la anestesia. Aunque no es fácil, hay un sentimiento totalmente diferente cuando se está ‘respirando a través’ de la experiencia del parto, y en casa, con la ayuda de una buena partera, la experiencia es trascendente. El nacimiento, y hablo sólo del primero porque hubo cinco y podría hablar por un mes acerca de cada uno de ellos, no fue  nada sino trascendente, místico, milagroso. Cuando miré a los ojos de ese ser precioso que había salido de mis entrañas, me sentí transformada para siempre, una con el mundo, exquisitamente viva. Quería bailar y cantar, para compartir mi amor con todos y con todo. ¿Qué quiero decir cuando digo mística? Uno se convierte a la vez en silencio y en asombro; el tiempo se detiene; eres una con el universo. El tiempo se expande, y uno comprende o percibe o siente, no sé cuál es la palabra correcta, el infinito. Se trata de la quietud del primer momento de la creación…

Estoy llevando a cabo un trabajo interesante en mis estudios de divinidad o teológicos… es algo que he querido hacer desde que quise ser monja por primera vez a la edad de 15 o 16 años… Dado que es mi propio trabajo, es algo que estoy llevando a cabo sin límites, enlazando mi amor por la filosofía y la poesía con mi amor por la ciencia. Estoy explorando la evolución de nuevo, que como dice Carter Phipps en su libro “Evolutionaries: Unlocking the Spiritual and Cultural Potential of Science’s Greatest Idea” [Evolucionarios: liberando el potencial espiritual y cultural de la idea más grande de la ciencia], no es una idea superficial «sino una cuestión de pruebas, un trabajo minucioso y una ciencia impresionante». La evolución no es irrelevante o marginal a nuestra comprensión de Dios, como dicen algunos fundamentalistas. «Debido a que la teología no se ha desarrollado en conjunto con la ciencia (o la ciencia en conjunto con la teología) desde la Edad Media, tenemos una enorme brecha entre la dimensión trascendente de la existencia humana (la dimensión religiosa) y el significado de la realidad física como la ciencia lo entiende (la dimensión material). Esta brecha subyace nuestros problemas globales de hoy, de la crisis ambiental a la desigualdad económica y la denigración de las mujeres».

Los sistemas patriarcales han llevado a la terrible destrucción no sólo de los pueblos, sino de Gaia (la tierra), nuestro hermoso planeta. Han llevado a la destrucción de la autoestima de todo lo que es de género  femenino, que incluye la maternidad. A menos que podamos reconciliar a la hembra con el macho, y traer de vuelta a la hembra en nuestras imágenes de lo divino, vamos a seguir en esta destrucción imprudente de la santidad. La idea de Dios como Espíritu, sin pensar en el género, podrá ser más saludable, pero hemos tenido demasiados siglos de adoración centrada en el macho, y para traernos de vuelta al centro (a la matriz sagrada, de la que toda vida surge), debemos poner de relieve a la mujer y al útero.

Para cerrar el círculo de mi encabezamiento para este escrito, sueño que  todas nadamos con gracia y con amor entre un grupo de delfines, en la aceptación total de unas a otras, sin juicio o miedo o ira. Námaste.

dolphins

 

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